jueves, 12 de noviembre de 2009

La bella durmiente

Por Juan Manuel Tovar Benavides

La cama es blanda, la almohada es suave. Una luz clara inunda la habitación, un olor a rosas frescas se siente en el ambiente. Sobre la cama yace la muchacha, la doncella, esperando el beso del príncipe, para poder regresar a la vida. Todo en ella ha estado marcado por el sueño, la princesa se ha movido en medio de los sueños, estática, con los ojos cerrados, en paz.

Pero lo que ella no sabe es que afuera de su torre todo ha cambiado, al estar dormida se ha perdido de mucho. Alrededor se han construido numerosos edificios, que han invisibilizado el castillo. Además ya nadie lee cuentos de hadas, nadie cree en las mujeres durmientes; por eso tendrá que esperar otros cien años, a la espera de que alguien crea en el cuento y vaya a despertarla.

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